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Médicos Sin Fronteras ha lanzado la campaña Pastillas contra el dolor ajeno, una iniciativa solidaria que anima a las personas a combatir las enfermedades olvidadas como el kala azar, el chagas, la enfermedad del sueño, la tuberculosis, la malaria o el sida infantil; y por las que cada día mueren 8.000 personas.
Es un acto simbólico pero, a la vez, de gran impacto: comprando esta caja de caramelos -de venta exclusiva en farmacias- y al precio de sólo 1 euro estás colaborando en una campaña solidaria de ayuda a enfermos olvidados.
Pastillas contra el dolor ajeno es un proyecto de sensibilización y un símbolo de ayuda que cuenta con el respaldo de Farmamundi, los Colegios Oficiales de Farmacéuticos y empresas distribuidoras del sector. Para difundir la campaña la ong ha contado con caras tan conocidas como la del recientemente fallecido director de cine Luis García Berlanga, y también con Andrés Iniesta, Xabi Alonso, Alejandro Sanz, Juan José Millás, Edurne Pasabán, Andreu Buenafuente, Pilar Bardem, Ferrán Adrià, Eduard Punset, Núria Espert, entre otros muchos.
“Y comieron felices” es un juego interactivo (con recursos propios para profesores) que Médicos Sin Fronteras ha diseñado para que los más pequeños aprendan jugando a conocer la realidad de otros niños y niñas como ellos de otros países no tan lejanos no tienen acceso a la comida y pasan hambre.
Comprender el mundo jugando mediante la empatía.
Fuente: Cooperación y desarrollo
‘Task shifting’: una solución temporal a la escasez de personal sanitario para luchar contra el SIDA en África
Posted diciembre 2, 2008
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En el blog Fronteras ignoradas se trata uno de los temas más preocupantes para la lucha contra el SIDA en el África subsahariana: la carecencia de personal capacitado para dispensar el tratamiento adecuado a los enfermos. Este hecho trascendental provoca una «aguda crisis de recursos humanos especializados en los sistemas sanitarios», especialmente para llevar a cabo el inicio y seguimiento de las terapias con antirretrovirales (ARV).
Para comprender la gravedad de esta situación se explica el caso de Thyolo, un distrito rural del sur de Malaui donde
una sola enfermera realiza la administración y seguimiento del tratamiento a 400 pacientes. Es decir, una sola persona trabaja para mantener con vida a otras 400, administrando medicamentos por un valor de 7.500 dólares al mes. Por un sueldo de 3 dólares al día. […] El estándar mínimo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para garantizar una atención de calidad es de 20 médicos por cada 100.000 personas; Malaui se queda en 2 por cada 100.000. Mozambique en 3, Lesoto no pasa de 5.
A fin de paliar las conscuencias de esta situación crítica, Médicos sin fronteras (MSF) ha adoptado un sistema que denominan task shifting o traspaso de competencias, que consiste en «derivar parte de las competencias relacionadas con el tratamiento del VIH de un tipo o perfil de profesional sanitario a otro. Generalmente, desde los médicos a los cuadros sanitarios o parasanitarios inferiores.»
Es una solución temporal promovida por la necesidad y la urgencia. Pero de momento está dando sus frutos. La descentralización de servicios sanitarios en
el mencionado distrito de Thyolo, donde MSF cuenta con una cohorte de 10.000 pacientes en terapia con ARV (y 450 nuevas incorporaciones al mes), el desbordamiento del hospital central en 2005 obligó a descentralizar el tratamiento a catorce centros de salud, donde se implantó progresivamente el traspaso de tareas, formándose a enfermeros, responsables clínicos, asistentes, otro personal no especializado e incluso voluntarios comunitarios. A finales de 2007, con el nuevo sistema a pleno rendimiento, el 91% de los pacientes inscritos seguían con el tratamiento. De hecho, la tasa de retención era más elevada en estos centros de salud que en el saturado hospital central, y la tasa de bajas (por abandono, no localización o fallecimiento), muy similar.
Por el momento el task shifting funciona, pero ello no debería enmascarar el verdadero problema de raíz: la fuga de profesionales sanitarios a occidente y la precariedad de las condiciones laborales de los que se quedan. Pero incidir en estos aspectos ya es tarea de todos: de gobiernos, instituciones financieras, oenegés y ciudadanos concienciados, porque «de lo contrario, el incremento de fondos en la lucha contra el SIDA servirá de poco».
[Photo credit: Frank May, EPA]